Marginación


Debido esta práctica de trashumancia nacieron las diferencias y consecuentes enfrentamientos con los aldeanos y los roces con las autoridades civiles y eclesiásticas. Todo ello, junto con el medio físico, motivó el aislamiento de las brañas con sus vecinos y una mayor unión entre los Vaqueiros como grupo, que aún perdura. Pero esta unión entre los Vaqueiros de una a braña se repite entre las brañas, la mayoría de las cuales vive aislada con respecto a las demás.

Esta marginación de los Vaqueiros de Alzada como grupo social ha sufrido por parte de Xaldos y Marnuetos un trato injustificado. Así, cuando los Vaqueiros bajaban al mercado o a la romería de alguna villa, tenían que organizar sus propios bailes en un lugar apartado de los demás Xaldos o Marnuetos. En las tabernas se les servía la bebida en vasos de cuerno en lugar de un vaso de cristal, y así infinidad de detalles marginales.

Las burlas hacia los Vaqueiros eran frecuentes y los insultos crueles. Ese odio ilógico de los Xaldos creó en los Vaqueiros un odio recíproco y un desprecio hacia los aldeanos, al os que les cantaban coplas como:

"Vale más un Vaqueiro que Veinticinco aldeanos".

La iglesia, participó activamente en la discriminación padecida por los Vaqueiros. Y es que en algunas iglesias poseyeron una viga de separación que la dividía en dos partes. En la parte más próxima al altar se congregaban los parroquianos de las aldeas, como en la más digna, a oír los oficios divinos, y en la parte inferior los Vaqueiros. Las Iglesias de Naraval y Nalvelgas poseyeron esta viga.

Tampoco el acceso a la iglesia era por la misma puerta, marcada así una puerta o arco por una inscripción en las losas o en el suelo que hacía más evidente dicha separación. Tampoco podían los Vaqueiros portar cruces, pendones e imágenes en las procesiones.

Jovellanos en el año 1792 anotó ya en sus diarios que: "hay un pleito escandaloso con los Vaqueiros, a quienes no se les puede dar la Sagrada Comunión sino a la puerta de la iglesia, ni dejar internarse en ella a los divinos oficios". Numerosas veces pleitearon los Vaqueiros para acabar con tan injusto orden de cosas, pero, salvo en las contadas ocasiones en que encontraron un párroco comprensivo, siempre llevaban las de perder. Empezó a cambiar la situación en el siglo XIX, con la instauración en España del constitucionalismo.

Según Acevedo, eran los Vaqueiros un pueblo muy creyente y fiel a sus creencias, los cuales se inscribían en las cofradías de la parroquia y contribuían siempre a la iglesia con limosnas.

Los Vaqueiros mantenían una tradición exclusiva, la bendición del ganado por la Virgen Vaqueira, que era la Virgen del Acebo.

Otra tradición profundamente arraigada era la prohibición de un enlace matrimonial entre vaqueiros y Xaldos, siendo una tragedia familiar pagada con el desarraigo de los dos grupos.

 

Las absurdas diferencias de Xaldos y Vaqueiros han desaparecido del todo o casi del todo. Pero en Tineo, como en los demás concejos con fuerte presencia Vaqueira, aún se es o no Vaqueiro, se vive o no en un pueblo vaqueiro, se tiene o no sangre vaqueira, sin peyorativos.